Te tengo una sorpresa. ~~ (Priv Damien) /Mpreg/

El atardecer se reflejaba en el Lago Stark y el británico se encontraba a la orilla de este, sentado en uno de los troncos caídos, esperando pacientemente a su pareja, con una leve sonrisa en el rostro; mientras observaba como el sol comenzaba a desvanecerse del panorama, dejando un rastro de tonalidades rojizas en el cielo… tan rojizas como las ardientes orbes de su amado príncipe infernal.

Pensaba que el pelinegro no tardaría mucho en llegar al lugar en esa ocasión… O al menos eso quería creer. Porque a pesar de que ya el azabache y él tenían varios años de relación; aun no se le quitaba esa extraña costumbre de llegar con un elegante retraso, según este claro. Sin embargo, a Pip no le importaba esperar un poco y menos en un lugar tan agradable como ese; en el cual, la suave brisa apaciguaba la impaciencia de su llegada.

—Je… Nunca cambiaras, Dami. —Susurro y bajo la mirada hacia su imagen en el agua cristalina. El movimiento de las olas era sutil y tranquilizante; cosa que por un instante le pareció curioso, ya que este se notaba congelado la gran mayoría del año.

Pero cierta aparición entre humo y llamas llamo muchísimo más su atención, haciéndolo voltear de manera inmediata hacia la figura que se aparecía entre las sombras, dejando su característico olor a azufre en el lugar.

—Un poco más y ya me iba a mi casa. —Bromeo un poco por la situación. Era entendible que ese comentario no se lo creía ni él; porque eso mismo había pasado en un sinfín de oportunidades anteriores. —Solo espero que tengas una buena excusa, para que llegaras tarde a nuestro “mes-aniversario”. Pero como te extrañe, te perdono ese pequeño error. —Le dijo con una gran sonrisa y sin perder mucho tiempo, se levantó de donde estaba, para acercarse al otro y abrazarlo con ternura, antes de que el azabache pudiera al menos responderle algo.

—Sé que no te gusta ayudar a tu padre... —Internamente sabía o creía que era lo menos que estaba haciendo y que lo más probable es que estuviera practicando “Just Dance” hasta el cansancio, para así darle una paliza la próxima vez que jugaran (¿). Porque por su parte, varias veces había jugado esos horripilantes juegos de terror que tanto le gustaban a su pareja; pero a cambio de eso, su amado azabache tenía que seguir auto-torturándose con el juego, hasta que al menos le diera una batalla decente al rubio, sin perder la dignidad (¿).

Era un trato justo, ¿no?... Aunque, tenía un ligero presentimiento de que Damien iba a ganarle algún día y por circunstancias médicas, de por medio (¿). Sin embargo, también pudo haberse quedado dormido; cualquiera de las dos opciones eran muy razonables (¿). —Pero, actuare como si te creyera lo del Infierno. —Hizo una pequeña pausa y se acurruco en el pecho ajeno. A decir verdad, si tenía frió. Pero sabía que ese era uno de los pocos lugares, en los cuales podía hablar con su amado a completa libertad. Además, de que a esa hora de la tarde, el lugar se encontraba solitario y quería que fuera un momento intimo para los dos. —Y como sé que odias las multitudes, por eso imagine que era mejor que nos encontráramos aquí.  

Subió el rostro para ver esos hermosos ojos carmesís que tanto le gustaban y le dedico una sonrisa, que a pesar de que era tierna, al mismo tiempo se plasmaba nerviosa. Explicar lo que sucedía, era difícil. Mas era mejor que se enterara por él, a que el mismo pelinegro se diera cuenta con el pasar del tiempo, ¿Y qué mejor que hacerlo en el día del mes-aniversario? Si se fuera aguantado hasta que llegara el aniversario como tal, que era en unos cuantos meses después; ya fuera sido demasiado tarde.

—Podemos ir a celebrarlo… Pero tengo que decirte algo primero. —Lo menos que quería era que su príncipe no se aterrorizara por la temida frase de: “Tenemos que hablar”. Y con una noticia tan sorpresiva e irreal como la que estaba a punto de decirle, cualquier cosa se podía esperar. Por eso, luego de pensarlo demasiado y hablarlo con la almohada en incontables ocasiones, lo mejor era alejarlo de la ciudad, antes de que causara el apocalipsis con tan solo una frase.  Lo amaba demasiado. Pero conociendo su carácter explosivo, era mejor estar precavido para cualquier situación. —Aun así, sé que lo que tengo que decirte te sorprenderá y creo que es mejor que te sientes. —Finalizo; soltándolo del abrazo, para continuamente tomarlo de la mano y guiarlo hacia el tronco donde estaba sentado con anterioridad.

Se sentó a su lado en el tronco, sin soltarlo de la mano; mientras pensaba en las palabras adecuadas para decirle. Pero se vio interrumpido por el otro, diciéndole una sarta de…  ¿Tonterías? Sí, eso era. No había otra palabra para describirlo. — ¿Q-Qué?, ¿Dejarte? ¡No quiero eso! —Parpadeo repetitivas veces al escuchar eso y movió la cabeza de un lado a otro, en completa negación. ¿Cómo podía pensar que quería terminar con él? Bueno si, era entendible (¿)… Pero Pip tampoco era tan malvado como para querer hacerlo en una fecha que era importante para ambos. Además, ¿Qué lograba con eso? Solo sufriría. Porque prácticamente, no podía y tampoco quería vivir sin Damien y menos ahora, cuando todo había avanzado a niveles imaginables.

Lo mejor era decirle lo que estaba pasando de una vez, sin mucha prorroga; antes de que su querido príncipe pudiera mal interpretar todo el asunto, que ya de por sí, era bastante complejo y delicado. —No es eso, Damimi. ¿Cómo se te pueden ocurrir esas cosas? Si tú eres mi mundo. Es solo que…—Silenció de repente, sin saber cómo proseguir. Odiaba que los nervios no le permitieran hablar o al menos explicar de una manera decente lo que sucedía.

Sabía que lo que pasaba era extraño y naturalmente Damien no le iba creer. No podía culparlo por eso, ¿En su sano juicio quien le creería? Si no fuera por el resultado, tampoco lo fuera creído.  Sin embargo, esta solamente era una de las consecuencias de haber estado con alguien con poderes tan sobrenaturales. Muy pocas eran las cosas que no podía hacer el anticristo y por lo visto, esa no era una de ellas. Aun así, estaba feliz de que eso haya pasado y esperaba a que su amado reaccionara de la misma manera.

—Yo bueno… Quería decirte que… —Levanto la vista hacia los hermosos ojos rubís y se sonrojo un poco. Damien era demasiado perfecto que le quitaba las palabras con tan solo esa mirada. Haciendo un corto circuito en su cerebro, que en ocasiones lo hacían decir alguna que otra incoherencia. —No me creerás… Pero… —Respiro profundo, dejando que el aire puro del ambiente lo calmara un poco; mientras entrelazaba ambas manos con la de él, al mismo tiempo que intentaba mantener una sonrisa calmada en el rostro. —Tenemos a alguien más entre nosotros y espero que tu lo vayas a querer tanto como yo lo quiero. —Dijo lo primero que se le vino a la mente; ignorando todo el hecho de que pudiera escucharse mal y se pudiera mal interpretar. Porque en su mente, era lo más cercano a la realidad que se le había ocurrido

El rubio torció los labios con desagrado, ante todo lo que acababa de escuchar. ¿Era demasiado pedir que Damien reflexionara las cosas como una persona normal? Cada cosa que decía, este lograba mal interpretarla a niveles astronómicos y eso comenzaba a molestarlo. Sabía que al principio, no había sido la relación más estable de todas; pero eso no quitaba el hecho de que lo amaba y era tanto el sentimiento, que sencillamente la opción de ser infiel, ya no tenía ratificación.

Cerró los ojos, intentando mantener la calma para poder hablar, antes de que sus nervios terminaran traicionándolo más de lo que debería. —Principalmente, cálmate y escúchame con atención. No quiero dejarte, tampoco te soy infiel y mucho menos, estoy interesado en un trio y lo sabes. —Además, de que no tendría moral para hacerlo, luego de todas las batallas que tuvo con el azabache. Este siempre había sido bastante atractivo y conseguía mucha atención tanto de las chicas, como también de los chicos. Enseguida, abrió los ojos lentamente y siguió. —Y si, efectivamente. Esta aquí. Pero como te dije es complicado de explicar. Es mejor que te lo muestre.

Soltó la mano ajena y sin dar mucha prorroga, abrió un poco su chaqueta para sacar un pequeño sobre de su interior. Ya que no tenía caso decirle; porque los nervios lo vendían descaradamente, era mejor que se lo mostrara y viera el contenido con sus propios ojos. Eso también quitaría de una vez por todas esas ideas locas que reinaban en la cabeza a su príncipe.

—T-tienes que ver esto. —Apretó los labios entre si y le facilitó el sobre para que lo inspeccionara. —Estos son unos resultados médicos de sangre… y como me imagine que no me creerías, los traje. —Dentro de este contenía los datos personales de Pip, como también el resultado positivo de dicha prueba, que se había realizado hace un par de  semanas atrás. —Seremos padres, Damien. Tendremos un pequeño retoño en unos cuantos meses. —Susurro y bajo la mirada. El rubor apareció nuevamente en sus mejillas, al decir eso. Aquellas palabras le causaban una alegría indescriptible al inglés; pero al mismo tiempo, pánico a lo desconocido. Porque de verdad quería que su pareja lo aceptara luego de tal confesión.

Levanto el rosto para ver su reacción. Esperaba cualquier tipo de emoción; menos que no le creyera. Bueno, viéndole la lógica a todo el asunto y conociendo a Damien lo suficiente como lo conocía; no podía esperar a que se le lanzara encima, lo abrazara y se lo comiera a besos ahí mismo, como quisiera (¿). Pero al menos quería ver un interés positivo de su parte. ¿Es que era demasiado pedir, que al menos sonriera y estuviera feliz de ser padre, tanto como él? Trago duro, arrepintiéndose de el hecho de ser tan iluso y confiar en su suerte; en vez de ir a la Iglesia y pedir un milagro, antes de hablar con él (¿).

Aunque, aún no había quemado los arboles a su alrededor y eso era algo bueno, ¿no?

—¿Crees que podría bromear con algo así? —Y antes de escuchar, alguna que otra afirmación de su parte, prosiguió. —Escucha, sé que es difícil de creer. Por eso mismo, me hice este examen, porque es 100 % certero, según todo lo que he averiguado.  Al principio, tenía mis sospechas; porque comencé a tener antojos (más de lo normal (¿)) y engorde un poco. —Aunque lo segundo, no se notaba tanto (¿).—Pero al mismo tiempo, lo dudaba por razones obvias. —Se señaló así mismo, como si fuera lógico de que a simple vista, parecía un hombre (¿).—Bueno, como te iba diciendo… Me hice el primer test de embarazo, era casero y salió positivo. No lo creí… No obstante, con el de sangre, salí de toda duda. —Esperaba que ahora si le creyera con tal explicación; pero aun así, estaba dispuesto a hacerse otra prueba, si era necesario.

Prontamente, se levantó y coloco ambas manos en los hombros ajenos para intentar calmarlo. Después de todo, no perdía nada con intentarlo. —Sí, quieres hacerme otro examen para estar seguro, lo aceptare con gusto. Pero… Si sale positivo de nuevo, ¿dejaras de quererme?, ¿Me dejaras solo… con esto, amor? —Le acaricio una mejilla con la punta de sus dedos; mientras lo miraba a los ojos. Tenía miedo de oírlo decir un “Si” o algo peor que eso. —Porque… Quiero comunicarte que… Así me pidas que aborte o lo de en adopción; no lo voy a hacer. Me conoces lo suficiente para saber que no sería capaz de hacer algo así.

Seria mentira decir que no se encontraba nervioso; porque si, si lo estaba; pero Damien inconscientemente se encargó de disipar la gran mayoría, por no decir la totalidad de sus dudas con ese gesto tan maduro de su parte e internamente, estaba muy agradecido y orgulloso de eso. No lo rechazo, ni tampoco causo ningún daño a la propiedad pública (¿) y mucho menos, le pidió hacer algo indebido con el pequeño príncipe o princesa que se encontraba en su interior.

Suspiro aliviado, al darse cuenta de que a la final no había sido tan malo como pensaba.

—Sí, es posible que cambien un par de cosas, amor. Pero no es tan complicado como lo piensas. El proceso sería muy similar al de las señoritas. —Comento con una leve sonrisa; mientras que al mismo tiempo lo observaba de forma fija.

Para ese entonces, se le hacía complicado decirle fecha exacta. El examen no le decía cuanto tiempo tenía en gestación. Pero al posar la mirada hacia su vientre, se dio cuenta de que aún no se percibía mucho la diferencia, solo unos cuantos kilos extras (¿); pero de ahí, ni se notaba. Fiándose de eso, calculo un tiempo aproximado.

—Según lo que se distingue, llevo 3 o 4 meses y el género, aun no lo sé… pero para mí es indiferente, sea un pequeño travieso o una tierna damisela, lo voy a querer mucho. —Entrelazo la mano con la de su amado y continúo. —Aparte de que no he querido averiguarlo, sino estas presente. Creo que sería algo especial, que lo consultemos juntos.—Se encogió de hombros y desvió la mirada por un corto instante.—Pero otro día si lo deseas.

Luego de decir aquella frase, se agacho a su altura hasta quedar cara a cara con él y le dio un pequeño toque en la punta de la nariz con su dedo índice. — Ya hoy haz pasado por demasiadas emociones y creo que lo mejor que podemos hacer es que... lo averigüemos en otra ocasión, ¿te parece bien? —Pensó que era lo más adecuado para la circunstancia; porque estaba al tanto de que ya había tentado demasiado su suerte y no estaba preparado para lidiar con otra sorpresita, si se llegara a dar la eventualidad de que fuera más de una pequeña criatura (¿). Al menos, no por ahora.