Christophe DeLorne/ The Mole: Post de prueba

Christophe se trataba de aquella clase de personas que tenia un sueño profundo, seguramente porque cuando dormía era porque su cuerpo lo necesitaba con urgencia ya que solía evitar dormir todo lo que pudiera para aprovechar el tiempo con cosas más importantes, lo cual le llevaba a ir la mayor parte del tiempo con unas ojeras bastante marcadas por la falta de descanso. 

Y es por ese sencillo motivo por el cual al igual que tenía un sueño profundo, tenía un despertar difícil. Una vez Christophe se despertaba había dos opciones. La primera, en que se volvía una especie de zombie para nada reacio al contacto humano y que en ocasiones incluso lo buscaba... Y la segunda, que venía a ser su estado malhumorado y algo antisocial de siempre solo que con algo más de mala leche y un nulo nivel de paciencia, por que si, sorpresa, él podía demostrar paciencia. Evidentemente, durante aquella semana y para su desgracia la siguiente, sus despertares serían todos del segundo tipo, ya que la rubia imbécil o para el resto del mundo y él cuando no estaba de mal humor, Gregory, tenía que ir a buscarle para ir juntos al instituto y no se le ocurría nada mejor que hacerlo a base de pitidos del claxon e incesantes llamadas al móvil.

Maldita blonde imbécile....

Con algo de esfuerzo y tras "escapar" de las sábanas a de las cuales se envolvía cual oruga al dormir, salió de la cama y en ropa interior, porque él no necesitaba de pijamas molestos, pisoteó varios trastos desperdigados por el suelo, entre los que se encontraban desde bolsas de patatillas, cajetillas vacías de cigarrillos y para su desgracia algún que otro tornillo que le hizo soltar más de una maldición, hasta llegar al armario y sacar lo primero que pillara para ponerse encima, lo cual era fácil porque Christophe era de esas personas que si encuentra algo cómodo y que le guste se compra quince veces esa prenda, de ahí a que pareciera que nunca se cambiaba de ropa pero que extrañamente esta oliera siempre a limpio... No es que fuera un mago, es que tenía solo tres "conjuntos" en el armario solo que repetidos.

Una vez vestido cogió la banda que tenía su pala resguardada y se la colgó como siempre, dejando su preciado tesoro colgando en su espalda y cogiendo la ligera maleta negra, desgastada y ligera, ya que solo llevaba un estuche y un paquete de folios en blanco para ir a clase. Al bajar las escaleras lo primero que hizo fue ir a la cocina, donde su madre todavía fregaba los platos del desayuno antes de irse a trabajar y tuvo el detalle de dejarle una taza y unas tostadas. Al notar su presencia la mujer se giró y le dio los buenos días, a lo cual él respondió con monosílabos y con algo de pasotismo, ya que todavía le guardaba algo de rencor por haberle intentado matar cuando todavía estaba su vientre y por tocarle los cojones con su puñetero y desgraciado Dios... Definitivamente en cuanto cumpliera la mayoría de edad se iría de esa puta casa. 

Tomo el desayuno con prisas y fue al baño a lavarse la cara y los dientes, aunque lo primero más que por higiene fue más en un intento de relajarse al seguir escuchando los incesantes pitidos del jodido coche de Gregory. Salió de la casa sin despedirse de su madre y se subió al llamativo deportivo del rubio, ignorándolo por completo y reclinando el asiento todo lo que podía para intentar dormir. 

No entiendo tu jodida manía de tener no poder llegar tarde a clase... En cuanto arregle la moto montará contigo en coche tu puñetera madre. 

Empezaron entonces los veinte, largos y tortuosos minutos en que Gregory no cerraba la puta boca, si bien porque se metía con su moto, le criticaba como iba vestido, acompañando lo segundo con frases como "Deberías arreglarte un poco..." "Aunque nunca serás como yo..." y sus demandas de "cariño" a lo cual obtenía por respuesta del castaño que si conseguía convertirse en un Jirafa le daría muestras de cariño... Como le gustaba aquel jodido animal, manchas que parecían de estilo militar, una gran altura y por tanto un tremendo campo de visión y vigilancia... Pero, sobretodo, amaba su falta de cuerdas vocales y lo silenciosas que eran. 

Cuando llegaron al instituto y después de aparcar, llegó otro de sus momentos odiados y este no era otro que el hecho de que al parecer era una jodida norma no escrita que todo el mundo debía saludarse con estúpidas sonrisas y voces más elevadas de lo necesario, lo cual le daba dolor de cabeza y le despertaba un instinto asesino hacia aquellos que le saludaban al igual que al rubio y que incluso hacían tapón en los pasillos y no dejaban pasar  nadie. Dejó a Gregory saludando Wendy y a Bebe, mientras empujaba al la bola de sebo y a Kyle que en una de sus constantes discusiones no hacían otra cosa que tapar la puerta de clase. 

¡Mover el culo joder! 

Ignorando sus quejas se metió en esta y se fue a la cuarta fila, junto a ventana, dejando la maleta caer al suelo para sentarse en la silla y apoyar la frente en la mesa y respirar profundamente. Aprovechó que el profesor no llegaba para sacar un cigarrillo de la cajetilla que siempre llevaba en un bolsillo de la banda para fumar un poco, cuando al reparar en que podía fumar se cabreó todavía más.

Es que llegamos antes que el jodido viejo... Manda cojones.