Sólo acabemos con esto de una vez, ¿de acuerdo? {Pip}

De todos los lugares que pudo haberlo transportado para hacer el trabajo de Biología; como la biblioteca, el salón de clases o hasta en el comedor del instituto, ¿Por qué rayos tenía que ser a su apartamento? El olor a azufre era desagradable, este se calaba hasta lo más profundo de sus fosas nasales y en un impulso, el rubio subió una de sus manos para taparse la nariz; porque sentía que se desmayaría, no por el efecto de la tele-transportación; sino por ese olor tan nauseabundo.

Observo con atención a su alrededor y por un momento pensó, que ese escalofriante lugar no era para nada habitable. No podía ver absolutamente nada e internamente, tenía miedo de que si llegaba a mover alguna que otra cortina, para que pudiera entrar un poco de claridad en el recinto y al menos poder trabajar en paz; el anticristo llegara y le dijera hasta el mal que se iba a morir, por semejante osadía de su parte.

—Es-esto no era necesario, Damien. Además, pudimos haber ido a la Biblioteca o mejor aun, fuera hecho el trabajo solo… —Giro los ojos en ese momento. Tanto el miedo, como también el enojo; eran los sentimientos que se podían reflejar en aquellas orbes azuladas. No podía comprender, ¿en qué pensaba el Prof Garrison, para ponerlo a él como su compañero? No aspiraba trabajar con él. Lo cual, era completamente entendible; hasta con Eric Cartman (que lo trataba como basura, cabe destacar) se la llevaba mejor.

Pero ya no tenía sentido negarse y mucho menos, estando en su territorio; porque lo menos que quería era  que lo volviera a usar como un cohete humano como cuando eran niños. Aunque, viéndole el lado positivo, quizás así al menos entraría un poco de luz en ese fúnebre lugar.  —… ¿Podría soltarme? por favor. —Susurro, posando la vista en el agarre del otro.

Cuando el pelinegro dijo que lo soltaría, poso su vista directamente hacia la puerta; pensando las mil y un formas de poder escaparse del lugar sin ser atrapado. Pero claro, recordó dos avisos muy importantes: La primera, es que por más francés que lo confundieran (¿); él no podía llegarle ni a los talones a el topo con sus técnicas de evasión y en segunda, y cabe resaltar que la más importante; no escaparía de un ser humano cualquiera… Nada que ver; si  no del mismísimo príncipe de las tinieblas. Debía estar completamente loco, para poder tan siquiera pensar, de que eso era remotamente posible.

—Como diga, Damien. —Suspiro de forma pesada, resignándose a la situación; mientras cerraba los ojos intentando lo imposible; tranquilizarse. Porque claramente, tenía ganas de darle un fuerte empujón al contrario; no obstante, sus modales como caballero, no se lo permitían (Además, de que ni siquiera le daría ni una pizca de cosquillas al anticristo).

Iba a decir algo con respecto a lo de “-No suelo tener invitados”; era de esperarse, pero prefirió callárselo y cambio el tema drásticamente. —Creo que deberíamos empezar. Es lo mejor para los dos. —Comento, cuando el mayor ilumino un poco el ambiente; a la par, de que abría nuevamente los ojos y se desprendía de su mochila, para buscar así los temas anotados en su libreta de Biología.

—Lo bueno es que el Prof. Garrison nos lo dejo a elección. Él había dicho que podíamos escoger entre: Fotosíntesis y respiración, la teoría de la evolución, el ciclo celular y…—Hizo una ligera pausa en el siguiente contenido y enseguida sus pálidas mejillas se ruborizaron levemente. —E-educación sexual… La cual, obviamente no vamos a elegir; porque a de esperarse, que todo el salón va a escoger esa temática. —Lo cual era cierto. Conociendo a sus compañeros, era lo comprensible. Pero debajo de todo eso, no quería aceptar que le daba vergüenza hablar ese tipo de tema con él. Levanto la vista hacia el pelinegro; mientras aún tenía su cuaderno en las manos. —Así que puede escoger entre los tres primeros, ¿Cuál prefiere?

Alzo una de las cejas ante la sugerencia del pelinegro, sobre la “formalidad”. Ya eran dos personas que le decían lo mismo; porque dada la casualidad, Gregory le comento algo similar hace un par de días atrás. Pero esa era una actitud que aún estaba muy calada dentro de su ser; era algo que le costaría cambiar de la noche a la mañana. Sin embargo, pensaba hacer un pequeño esfuerzo para lograrlo.

—Lo intentare… —Hizo una pequeña pausa y al escuchar lo siguiente, negó con la cabeza. —… Y no, Damien. Ni en sueños tendrás potestad sobre mí. —Expreso prudentemente, teniendo las mejillas aun ruborizadas y luego de eso, se encamino hacia el sofá, para sentarse al otro costado de este, dejando un espacio en el medio; porque por lógica, no quería colocarse a un lado del contrario.

Pero con lo que el rubio no contaba, era con que se inclinaría un poco hacia a él, invadiendo su espacio personal; haciéndolo sentir intimidado. Rápidamente, desvió la mirada cuando aquellos orbes infernales se posaron en él y sin lugar a dudas, iba a decirle de que no se acercara tanto; sin embargo, lo que escucho a continuación lo dejo completamente sin habla. Ahora no solo sus mejillas, si no también hasta sus orejas se colorearon de un tono carmesí; estas ardían dejando en evidencia su vergüenza. ¿Acaso hablaba enserio?

— ¿Qué?—Parpadeo atónito repetitivas veces, volviendo a mirar al otro a los ojos. No le importaba observar el reflejo del mismísimo infierno en su mirada. En ese momento, le daba completamente igual. Necesitaba confirmar de que esa solo era una broma de mal gusto, de parte de su compañero de clases; porque al ver esa irónica sonrisa, eso le daba a entender. —Está jugando, ¿cierto? No creo que sea lo más conveniente… Es un tema bastante embarazoso y la verdad, no nos tenemos la confianza suficiente para eso.—Y enseguida, poso su vista en el cuaderno, repasando cada uno de los apuntes, para luego susurrar. —P-por favor, elige otro.

En ese instante, ya no se sentía capaz de mirar al otro a la cara y quería que ese molesto sonrojo desapareciera de su rostro de una vez por todas. ¿Es que acaso era tan difícil escoger la fotosíntesis o cualquiera de los otros dos?, ¿Por qué tenía que ser ese? Solo dedujo una respuesta lógica a toda esa situación y en definitiva, al mayor le gustaba fastidiarlo y por eso lo hacía.

(jajajaajajaa csm xDDD pobre Pip... ¿es normal que me divierta cuando mi pj quiere que se lo traje la tierra? xD)

Claramente, era de esperarse, que para él fuera completamente natural hablar de ese tema; después de todo, se notaba a leguas de que era un demonio lujurioso. Pero, ¿qué demonio no lo era? Ellos eran las representaciones físicas de cada pecado capital y solamente, la mente inocente de Phillip Pirrup podía pensar que ellos dejarían su naturaleza impura, tarde o temprano, por un simple trabajo de Biología. Lo cual, eran solo eso; simples fantasías del pequeño e iluso, británico.

—Sí, sé que es lo más natural del mundo. Es la muestra de amor más pura que se puede entregar a una persona especial... —E iba a continuar con su lucida explicación de las relaciones sexuales; hasta que fue interrumpido por el mayor con un; comentario tan fuera de lugar que nuevamente, lo dejo sin palabras.

La frase de: “—No es como si fuéramos a ponerlas en práctica.” No salía de su mente, ¿y cómo no? Si el rubio en ese momento quería que la tierra se lo tragara; pero luego, lo pensó mejor y ya que comprensiblemente, no deseaba ir al infierno a encontrarse de nuevo con Damien y sus extrañas ocurrencias; era preferible, morir de un ataque cardiaco y que Dios se lo llevara directamente al cielo, para así escaparse de esa dificultosa situación.

—¿En qué me metí?—Susurro de forma casi inaudible, dejando la zurda en la libreta; mientras que la diestra la subió hasta su rostro, tapando así sus sonrojadas mejillas, que en ese punto, sentía que le ardían de tanto rubor. Enseguida, cerró los ojos y comenzó a contar hasta diez internamente, para apaciguarse… ¿Relaciones sexuales?, ¿Practica?, ¿Damien?... Todo iba demasiado rápido y era comprensible que todo ese asunto era muy difícil de digerir

Sin embargo, al quedarse un momento pensando o mejor dicho, calmándose; se le ocurrió una idea excelente. Ya que, como al mayor le divertía llevarle la inversa, ¿Por qué no complacerlo? —La psicología inversa puede funcionar. —Esta vez, abrió sus orbes azuladas y las dirigió hacia a él; para luego, bajar la mano y volver a sonreírle, como si nada fuese pasado (?). — ¿Sabes qué? Buena idea. Hagamos esa asignación, si tanto te hace feliz. ¿Por dónde comenzamos? —Cabe destacar, que aún le costaba no hablarle con tanta formalidad (¿).

(Me alegro no ser la única xDDD lo amo tanto que me encanta hacerle bullying xD pero con amor <3)

¿Era enserio? No podía creer que su pequeño truco de la psicología inversa no había funcionado; lamentablemente, sucedió todo lo contrario. Dando a entender, lo deseoso que estaba el pelinegro para que diera su explicación delante de toda la clase; lo cual, era algo que nunca iba a ocurrir. Bueno…Ahora solo quedaba esperar a que el contrario se aburriera de molestarlo, que era algo que tarde o temprano pasaría… O al menos eso esperaba (¿). Pero mientras tanto eso no sucedía; tenía que seguir el juego hasta el final.

Volteo a verlo para que le dijera con que parte era mejor comenzar y al parecer, no tenía absolutamente nada anotado en su libreta de Biología. No lo podía creer, ¿Para qué iba a clases, si no iba a estudiar? Ah cierto, a torturar a los pobres mortales. Era imposible olvidarlo.

Coloco la palma en su cara, en una muy clara muestra de exasperación por un corto momento y enseguida, busco los apuntes de esa temática en especial para comenzar a leérsela al contrario, esperando a que le prestara atención a la primera; porque de la vergüenza no lo quería repetir.

—Si los tengo. —Comento con pesar, quitándose la mano del rostro. —Sexualidad humana, Sus funciones, Orientación e identidad sexual y por último, Prácticas sexuales. Lo bueno es que no son tantos puntos; pero… habrá que explicarlos detalladamente al frente de los demás. —En ese momento, criticaba internamente, el hecho de que su maestro fuera tan pervertido. No le veía mucha importancia a ese tema, era degradante y le costaba entender porque la mayoría de sus compañeros, comenzaron a celebrar o a reírse a carcajadas con la simple mención de la temática.

Subió nuevamente la vista, para observarlo y prosiguió; aun teniendo las mejillas ruborizadas. Pero no a niveles astronómicos, como hace unos instantes atrás. —Sin embargo, no creo que el Prof. Garrison quiera escuchar a más de treinta alumnos hablándole de lo mismo una y otra vez.  Por eso creo, que solo nos pedirá los trabajos. —Rogaba al cielo para que fuera así; que por más pervertido y depravado que fuera su profesor travesti, no vaya a ser tan degenerado para querer atenderlos a todos.

Pero claro, solo olvidaba un pequeño detalle; estaba hablando del Sr. o la Srta. Garrison (¿), cualquier cosa era de esperarse de esa persona y más aún, cuando de sexo se trataba.

(Este Dami es malo jajajaja xDDD Sigue así, lo adoro <3)

—¿Hmm?—Alzo ambas cejas ante esa pregunta, ¿Acaso lo había logrado?, ¿Pudo aburrir al anticristo?...En definitiva, la psicología inversa si funcionaba y muy bien al parecer. Agradeció en sus adentros a Dios por eso y un gran suspiro de alivio salió de sus labios en aquel entonces, como si de esa forma fuera podido reducir esa carga tan pesada que embarcaba con ese tedioso proyecto.

Enseguida, cambio la página hacia donde estaban esos apuntes y comenzó a leerlos con un tono de voz suave, para que el otro lo escuchara. —Evolución humana, Aspectos genéticos, Etapas de la línea evolutiva y Futuro de la evolución. —Hizo una ligera pausa, atendiendo las ansiadas palabras que había querido escuchar hace instantes atrás y consecutivamente, se le dibujo una gran sonrisa en los labios (Y esta vez sincera). Al parecer, las cosas se iban a poner cada vez mejor.

—De acuerdo. Me parece excelente. —Dijo amablemente (Si, amablemente. El suele olvidarse muy rápido las cosas negativas que le suceden); al mismo tiempo que tomaba su bolso, para poder sacar de este uno de sus libros de Biología. —Esto será mucho más sencillo. —Susurro para sí; mientras emprendió a buscar el contenido en la enciclopedia.

Hasta que de nuevo, escucho la voz de Damien. Subió la vista para contemplarlo; mientras le hablaba, ¿Ahora qué le sucedía? Solo esperaba a que no fuera a arrepentirse y le fuera a decir que era un iluso, que todo era una vil y cruel broma para que se entusiasmara, que por ser el anticristo debería respetar su autoridad y que quería seguir con el asunto lujurioso este de la sexualidad.

No por favor, todo menos eso.

Se imaginó de todo en ese corto transcurso de tiempo; sin embargo, jamás y cabe recalcar, que JAMAS; fuese creído que quería darle de comer, ¿Era enserio? Sus ojos azules se abrieron desmesuradamente, por quizás 5 segundos ante la estupefacción tan grande en la que se encontraba. —Yo… Bueno…—Y todavía no lo creía; aun así, entrecerró la mirada, para luego concederle una respuesta. —La verdad, si tengo un poco de hambre, Damien. Pero no me gustaría ser molestia.

Claro, el siempre tan modesto. No obstante, le pareció tierno… ¿tierno? Definitivamente, debería tomar menos té para no pensar esas cosas. En fin, reconocía internamente, que el temible Hijo de Luzbel tenía un poco de humanidad, después de todo.

Bueno, la amabilidad no duro mucho tiempo y menos mal que fue así; porque ya estaba especulando cosas que no debería pensar (¿Gesto tierno? Por favor) y todo gracias al condenado té, que se había tomado al salir de su casa; posiblemente estaba vencido (¿). Sin lugar a dudas, le avisaría a su hermana al llegar; tenía que comprar otros que no tengan efectos secundarios o que no estuvieran estropeados (¿).  

Eludiendo eso, el pequeño británico giro los ojos y mantuvo una pequeña sonrisa de lado ante el comentario del pelinegro. Cabe destacar, que también ignoro el insulto hacia su persona (¿). No quería discutir y menos ahora que su humor había cambiado tan drásticamente. —No es que me ruegue, tampoco quiero eso. —Aunque, fuera sido muy galante de su parte. —Se regañó mentalmente al pensar eso. Ya era más que suficiente con el “tierno” anterior; como para que también venga a querer agregarle otra cualidad positiva al anticristo.

No debería tener esos pensamientos tan raros; pero no pudo evitar preguntarse, ¿Por qué hacía eso? Se supone que no debería ser agradable con nadie y ese nadie… también lo involucraba, tristemente a él.

Y ahora lo veía, intentando ser amable.

Si alguien más se lo fuera contado, no lo fuera creído.

Solo esperaba a que no hubiera una maldad enmascarada detrás de todo ese asunto. Negó un poco la cabeza al pensar eso; tampoco era bueno juzgar y mucho menos, sin antes darle tan siquiera una oportunidad para demostrar lo contrario. —La verdad, no me parece mala idea salir a comer. Desde hace días atrás he querido comer una pizza. —Debido a que no habían muchos lugares o mejor dicho, no existían lugares de comida inglesa en South Park. La gastronomía italiana no le venía nada mal; le gustaba mucho. —Pero, lo que elijas está bien. Solo espero que no sea una cabeza humana. —Soltó una risita luego de eso. Tampoco estaba de más, bromear de vez en cuando para bajar la tensión.

Observo como el otro se ponía de pie y escucho lo que le dijo de lo del refrigerador; estaba más que claro que era una broma, solo esperaba a que no se fuera a molestar por eso. Damien suele ser demasiado impredecible. —De ti, me esperaría cualquier cosa. —Comento con una pequeña sonrisa divertida, al ver la contraria. Pero segundos después, la sonrisa del pelinegro se desvaneció y la reemplazo con su típica expresión. —Oh no, se molestó. —Pensó para sí, cuando se percató de su cercanía. Cerró los ojos fuertemente, como esperando el golpe.

Pero nunca llego… Eso fue raro.

Abrió los ojos segundos después, al no sentir ningún maltrato. Se dio cuenta de que aparecieron en el estacionamiento de la pizzería y claro, no podía faltar el molesto olor de azufre alrededor. —Por favor, avísame cuando hagas eso. Si no es mucha molestia. —Al decir eso, espero la respuesta del azabache; pero tampoco llego. En su lugar, lo ignoro, era de esperarse. No debía sorprenderse, ¿o sí?

Giro los ojos, aguanto la respiración y lo siguió hasta la entrada del local; donde sin lugar a dudas, volvió a inhalar y exhalar. Se le hizo agua la boca, al distinguir el delicioso olor que desprendían las pizzas del lugar y enseguida, volteo a ver a su alrededor, se dio cuenta de todos los presentes y la alegría que cada uno desbordaba, eso lo animaba y pensó que al pelinegro también; sin embargo, era mas fácil que lloviera té y chocolate caliente. Le echo un vistazo una de las mesas que estaban cerca de la ventana e iba a decirle a Damien que pidiera; pero él se le adelanto.

—De acuerdo. La pediré; pero… —E iba a decirle que tomara la mesa que había visto.

Iba. Tiempo pasado. Nuevamente se le aventajo y por si fuera poco, se alejó hasta la mesa más apartada de todas; definitivamente, tenia que enseñarle modales. A veces se preguntaba, ¿si era un vampiro o un demonio?

Suspiro y se colocó en la cola para que la empleada lo atendiera; mientras esperaba, observaba el menú y el tamaño de las pizzas. No quería escoger una pequeña y que después el pelinegro quedara con hambre. Momento, ¿Por qué pensaba primero en el estómago de Damien, antes que el suyo? Seguramente, era solo cordialidad.

Cajera: —Buenas tardes, Sr. ¿En qué puedo ayudarlo?

Justo a tiempo; como si fuera obra del cielo para no pensar tonterías.

—Buenas tardes, Srita. Me da una Pizza Extravaganzza con borde de queso, sin aceitunas, tamaño familiar y dos Coca-colas grandes, por favor.

—¿Algo más, Sr.?

¿Cómo podía pedir algo más con una pizza de semejante tamaño? Posiblemente, no le cabria ni el postre.

—Por ahora, está bien. Si se nos antoja algún postre, le aviso con gusto.

—De acuerdo, Sr. Tome asiento…Le cobraremos al final y gracias por preferir, Domino’s Pizza.

—Gracias a usted. —Dijo amablemente, para luego encaminarse hacia la mesa donde se encontraba su compañero y tomar asiento a su lado. —Listo, pedí la más grande; porque supuse que tenías hambre. Pero sin aceitunas… Espero que no te moleste y nos la traen dentro de un momento. —Al finalizar, se acomodó un poco en la silla y luego lo volteo a ver.

Vaya, nunca se imaginó que podía tener algo en común con Damien. Eso sí que era una sorpresa. Sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa en ese momento, que instantes después, se desvaneció por completo. Dejando en su lugar un silencio incómodo entre ambos. Era tanta la tensión y la hostilidad en el ambiente, que por un minuto, el rubio llego a pensar que podía palparla con facilidad. Odiaba que eso pasara y más aún, cuando todos a su alrededor, se podían desenvolver tan fácilmente.

Se lamentó por lo bajo; tenía ansias de comerse las uñas. Pero no lo haría por ser mala educación; en esa circunstancia, era mejor pensar en algún tema de conversación. No podía ser tan difícil, ¿verdad?

Al parecer si y bastante. Mas aun, cuando se trataba de Damien.

Solo pensaba en hablar del proyecto y por lógica, no lo haría. No le gustaba hablar de esos temas a la hora del almuerzo y por eso intentaba pensar en otra cosa, para no caer en ese argumento tan rebuscado; pero le era prácticamente, imposible.

Con el dedo índice de la diestra, comenzó a tamborear la superficie de la mesa, en señal de inquietud. En su entorno, solo escuchaba las risas de los demás presentes y extrañamente, eso empezaba a desesperarlo; porque por su parte, no tenía absolutamente nada de qué hablar. Sin embargo, al posar su mirada azulada en el azabache, se notaba tan entretenido, jugando con el servilletero como si fuera el mejor videojuego existente en todo el universo; que le causo algo de gracia.

“—¡Buen provecho!”—Las palabras de la chica, lo sacaron de su trance; haciéndolo parpadear. ¿Cuánto tiempo había pasado, desde que se inició ese tormentoso mutismo? No lo cálculo. Porque estuvo tan concentrado, observando de forma fija al contrario, que milagrosamente, esos eternos minutos pasaron un poco más rápido de lo habitual, ¿eso era normal?

Le dio igual; solo agradecía que la pizza y las bebidas acabaran de llegar.

—Muchísimas gracias, señorita. —Comento dedicándole una pequeña sonrisa a la empleada y enseguida, cuando ella se retiró; tomo uno de los trozos de pizza, con el tenedor y el cuchillo, obviamente. No iba a comérsela con los dedos, no señor. Eso no era para nada caballeroso de su parte. —Hmm… Esta muy rica. —Dijo después de probarla y al notar, que el pelinegro seguía estando tan “comunicativo y afable” como de costumbre; alzo ambas cejas en señal de preocupación. — ¿Sabe bien?, ¿O se te quito el hambre?— En definitiva, ya estaba harto de tanto sigilo de parte de su compañero y haría lo que sea para romperlo; al menos, por ahora.

¿Ahora por qué se reía? Minutos atrás lo estaba ignorando como si estuviera comiendo solo y actualmente se reía a carcajadas, como si fuera dicho el mejor chiste del mundo. ¿Le había puesto algo en la cara y no se dio cuenta? Iba a preguntarle, ¿Qué rayos le sucedía? Hasta que supo los motivos de tanto alboroto, por parte de su compañero de clases.

Parecía que nunca fuera visto comer a alguien con cubiertos.

No quería mancharse las manos de queso y salsa. Por ende, era natural que los usara y no le veía nada malo a eso. Aun así, volteo a su alrededor y efectivamente, como el contrario había dicho; nadie en el establecimiento estaba usando los utensilios. Se sentía extraño; pero al fin y al cabo, estaban en la mesa más alejada del lugar. No esperaba sacar algo bueno de eso; pero en definitiva, así podía comer en paz, sin ensuciarse (¿).

—No es mi culpa que las personas de aquí, tengan tan malos modales en la mesa, Damien. —Intento no darle mucha importancia al asunto y siguió comiendo su trozo de pizza, cuidadosamente. —Y… Aunque no lo crea, también me gustan las pizzas de este lugar. Por eso no le veo el problema, de que me haya traído aquí. —Sin embargo, de tan solo imaginar en ir a un restaurante italiano o mejor aún, específicamente, a Italia; seria todo un sueño hecho realidad. La idea le resultaba demasiado, ¿Tentadora? Si, esa era la palabra exacta.

Pensaba en eso, mientras saboreaba la pizza; no sabía cómo los italianos solo comían solo tres veces al día, con tan deliciosa gastronomía. Si él viviera en Italia, comería al menos 7 veces y claro, sin contar los postres y su característica taza de té caliente, que era su mejor acompañante, para su solitaria vida.

Todo resultaba tan hermoso en sus pensamientos; hasta que…

“—Espera, ¿no eras francés?”

Damien arruino su hermosa fantasía culinaria.

—No, Damien. No soy francés; soy inglés. —Soltó los cubiertos y se tapó la cara con ambas manos; mientras que sorprendentemente, rompió una de sus principales reglas de etiqueta, que era: no poner los codos en la mesa. Se lamentó por lo bajo; la comida estaba tan deliciosa y él se antoja a molestarlo. Ya no sabía si era mejor el silencio fúnebre o que abriera la boca (¿).

Destapo su rostro, para entrelazar los dedos y apoyar su cabeza en ellos; mientras volvía a mirar al azabache con el ceño ligeramente fruncido, casi imperceptible. Parecía más bien una mueca de tristeza, que de enojo. —Son diferentes países, ¿Sabes?... El hecho de que compartan el mismo continente no quiere decir nada. —La típica respuesta de un maestro de Geografía (¿).

Se imaginó lo que le iba a decir. Por eso, ya estaba preparándose psicológicamente, para refutarle de nuevo esa información; al menos una última vez, para consecutivamente, ignorarlo… como debió haber sido desde el principio. Lastimosamente, recordó el detalle del proyecto, así que lo pensó mejor y solo le hablaría para lo obligatorio; del resto, al finalizar ese tedioso trabajo lo omitiría de du vida, para siempre si era necesario.

Pero, ¿a quién engañaba? No podía hacerlo y a pesar de que ese plan le parecía perfecto; dentro de su pequeña cabeza inocente, tenía que ser realista consigo mismo. Era demasiado amable y sumiso, como para actuar así con alguien más; así sea que ese “alguien más” se tratara de nada más y nada menos, que Damien Thorn.

En fin... Menos mal que prefirió no decirle nada.

Pero con lo que no contaba, era que se sentiría de nuevo esa molestia en el ambiente. No quería aceptar, o mejor dicho, no comprendía por qué necesitaba los comentarios de Damien para no sentirse, ¿Solo? Por favor, era estúpido darle tanta importancia. Lo mejor que podía hacer era concentrarse en la comida; estaba demasiado deliciosa, como para desperdiciarla de esa manera. Así que, bajo las manos, para tomar nuevamente los cubiertos y servirse otro rebanada de pizza. Porque por su parte, la incomodidad no le quitaba el hambre; en su lugar, se la intensificaba, hasta tal punto de tan solo concentrarse en lo que estaba comiendo.

Minutos que parecían eternos pasaron e increíblemente, el azabache rompió el silencio.

Y aunque, le pareció insólito que le preguntara eso. Dejo de comer y tomo una de las servilletas para limpiarse un poco los labios. —Para serte sincero, no sé si siguen comiendo con cubiertos. Era muy pequeño, cuando mi hermana y su novio me trajeron a South Park, luego de…— Hizo una leve pausa y bajo la mirada; mientras pensaba en cómo podía disfrazar lo siguiente. ¿Realmente era necesario contarle a Damien, la realidad del porque viajo al otro lado del mundo?... Porque aceptémoslo; sea su compañero o no, seguía siendo el Hijo de Satanás. No le tomaría la importancia necesaria a sus fallecidos padres y posiblemente, hasta se burlaría de eso. —…Lu-luego de la muerte de nuestros padres. —Sin embargo, le costaba mentirle. —No podemos volver porque somos de bajos recursos.—Era difícil sonreír cuando hablaba de ese tema; aun así, hacia lo humanamente posible para hacerlo. Así sea de forma tenue.—Pero espero volver pronto. Si llego a tener la oportunidad.

Sorprendentemente, no se había burlado de él como lo había pensado con anterioridad. En realidad, nunca se imaginó que el azabache tenía un poco de sensibilidad en su ser… muy oculta, lo suficientemente enclaustrada como el equivalente al ultimo circulo del infierno; pero lo que importaba, es que la tenía y eso era de admirarse.

El rubio rectifico el hecho, de haberlo juzgado mal hace minutos atrás y mantuvo la pequeña sonrisa; más que todo, por la pequeña esperanza que le dio, de que podría ver a sus padres después de la muerte. —Sí. Eso creo. — Sabia que tarde o temprano iba a morir, era el destino de todo mortal y por más que quisiera evitarlo, (porque le tenía un profundo miedo) no iba a poder escaparse de eso. Pero mientras estuviera vivo; al menos, tendría la oportunidad de ir de nuevo a la hermosa ciudad de Londres, para recrear los cortos momentos que fue feliz en ese lugar. Eso sí, de antemano sabía, que tenía que trabajar y muchísimo para lograrlo.

Bajo la mirada, un tanto afligido y tomo nuevamente sus cubiertos, para hacer caso a la indicación de Damien. Sin embargo, aunque quisiera; no pudo comer demasiado. Hablar de sus padres le afecto y logro lo impensable; hizo que el apetito del británico, disminuyera considerablemente. Solo mastico esa última rebanada que se había servido y luego tomo la bebida, para beber un poco de esta. —Creo que será mejor que nos vayamos. Podemos decirle a la chica que nos la deje para llevar o algo así. —Luego de decir eso, comenzó a jugar con la pajilla, moviéndola de un lado a otro; mientras pensaba que hacer o mejor dicho que decir, para auto levantarse un poco los ánimos.

Era más que claro, que tampoco quería hacer el proyecto y mucho menos en las condiciones en las que se encontraba. Porque aceptémoslo, por más que intentaba ser fuerte; el trabajo no le saldría igual de bien, a como cuando le ponía todo el empeño... y Phillip ya sabía, que la aparente sonrisa, no le iba a durar mucho tiempo más.

—Además, si nos la llevamos; podrás comer un poco más. —Susurro. A la par, de que lo volteaba a ver; manteniendo ambas cejas alzadas. Era inevitable, no darse cuenta que no había comido casi nada y por más que le costaba aceptarlo, se preocupaba por Damien. —Tú tampoco comiste mucho. No sé si a los demonios les da hambre; pero según tengo entendido, también eres humano y no creo que por más inmortal que seas, puedas sentirte bien si no comes lo suficiente.