If you were there, beware {Goths}

La noche se fue rápido, como todos lo días. La luna se despedía para dar paso al astro rey. Que monotonía. ¿Habría un día en el que no sucediera? ¡Por supuesto que no! ¿En qué cosas irracionales pensaba? No podía culparse, después de todo su cerebro no se coordinaba bien cuando no había descansado. Dormir quedaba en segundo plano, ¡claro! Hace días que lograba dormir más de tres horas. El teléfono sonó, no hacía falta ser adivino para saber de quien se trataba. Henrietta. Se giró y tomó el móvil, leyó el mensaje, luego lo dejó caer en su pecho y continuó mirando su techo.

Era ese día. ¿Cuándo fue que llegaron a ese momento? Debía levantarse pero el cuerpo se rehusaba a separarse de su colchón, jamás le había parecido tan cómodo. Cerró los ojos durante un rato, sólo cinco minutos…

Fue una eternidad. Durante el tiempo que mantuvo los ojos cerrados pasaron algunas imágenes que había querido olvidar. El tiempo que pasó con Ike Broflovski se quedó clavado en sus recuerdos, pensaba en exceso. Algo que le causaba molestia. Arrugó el entrecejo y volvió a abrir los ojos; recordó por qué evitaba dormir. En sus sueños siempre aparecía la sonrisa tonta que el canadiense le había dedicado.

El teléfono volvió a sonar y sacó de su ensoñación al gótico. ¿Cuánto tiempo habría pasado? Leyó el mensaje y gruñó.


Ni una disculpa. No era su culpa que la naturaleza del cuerpo humano le hubiese vencido, y por supuesto no iba a darle explicaciones.

— Rayos — Se incorporó y comenzó a meterse en unos jeans grises, cubrió su cuerpo con un suéter negro y remató con una chamarra de cuero. Tomó el móvil y lo guardó, seguramente no le haría falta pero no estaba de más.

¿Qué más se supone debía llevar? ¿Ropa? ¿Dinero? ¿Comida? La cabeza comenzó a punzarle por el exceso de pensamientos. Tomó una mochila que guardaba por cualquier cosa, la llenó con cosas inútiles y la colgó en su espalda. Con eso debería ser suficiente.

Salió luego de quince minutos y miró la van con el rabillo del ojo, abrió la puerta de atrás y se dejó caer. Lo bueno de ser menor era que podía caber perfectamente en esa parte sin que le molestasen.

— Podías haber tocado el timbre — Dijo con voz pesada. Como si aún le costase hablar. En cuanto comenzaran aquella “excursión” se le pasaría. Probablemente.

Abrió un ojo cuando escuchó el sonido del motor, no era experto en autos, ¡vamos!, ni siquiera sabía conducir, pero algo le decía que el otro estaba teniendo algo de problemas. Tanto daba, volvió a cerrar los ojos y reacomodarse para poder dormitar lo que estaba de camino. De lo que debía estar agradecido era que con el tiempo habían aprendido a dejarle estar cuando él mismo no estaba iniciando la conversación, ahora no tenía nada que decir y parecía que Peter estaba entretenido tratando de evitar cualquier cosa que pudiera dañar la van y meterse en un broncón con personas indeseables. Aunque seguro que a Henrietta no le daría tanta importancia, así eran ellos.

Frenó y el menor se incorporó, dando por hecho que habían llegado por el mayor. Se acomodó en el asiento esperando que saliera y poder irse de excursión. Era la primera vez que hacían algo como eso. ¿Por qué habían decidido hacerlo tan tarde? Los tres tenían la culpa de lo que estaba pasando, la idea flotó entre ellos y ninguno la ponchó a tiempo.

— ¿Has dicho algo? — Los murmullos incesantes de semi pelirrojo hicieron que prestara un poco más de atención. Parecía nervioso, algo más o menos común. — Ah…eso — Siguió con la mirada el dedo que señalaba las bolsas. Realmente no tenía hambre pero, desgraciadamente, tenía que llevarse algo al estómago. Era una de las desventajas de ser un humano común y corriente. Alargó la mano cuando el sonido del móvil lo detuvo también. La madre del otro solía ser bastante oportuna. — Así que tu madre te ha mandado con municiones, ¿eh? — Burlarse del otro era tarea fácil, sobre todo porque le daba campo abierto. —  No quiero vomitar gracias a los movimientos que haces — Sí, gracias por despertar al pequeño monstruo. — Hmmmp…Hola Michael — Saludó haciéndose a un lado para que se acomodara junto a él. — Parece que Peter ha traído algunos “juguetes” — La verdad era que no sabía lo que llevaba en las bolsas y tampoco quería saber, no era parte de él ser curioso…por lo menos no con ellos. Con la punta del pie golpeó su asiento para que pudiera reaccionar, lo necesitaba despierto y parecía sumido en su extraño mundo.

Quiso pensar que el golpeteo había funcionado, pronto echaron a andar retomando el pequeño viaje. Quizá deberían llevar más cosas, algo que les ayudara a pasar un buen día. Apoyó el mentón en la palma de su mano, observando como las casas, hasta ahora desconocidas, quedaban atrás. El pueblo era bastante quieto a esas horas de la mañana. Y se suponía que los adultos ya deberían estar despiertos y alistando su día laboral. Típico.

De pronto su conductor bajó la velocidad, Firkle prestó más atención y miró a su alrededor. No reconocía el lugar, la niebla había bajado y cubría parte de lo que aún les restaba por andar. Miró a Michael, quien parecía estar como siempre. El más raro de los tres, perdón, cuatro, siempre sería Peter, era más expresivo y ahora estaba leyéndole.

— Si no quisieras que nos arriesgáramos no habrías aparcado — Se descolgó la mochila y la dejó en la parte de abajo del asiento. — ¿Michael? — Le llamó cuando trató de salir por ese lado. Volteó y descubrió que también podía salir por ahí. Lo hizo. Se deslizó por el asiento hasta que sus pies tocaron suelo firme. — Esto parece más una escapada que una exploración — Comentó cuando se reunió con ambos. Esperó a que los otros echaran a andar, era una clase de sombra malévola que los seguiría a todos lados, siempre y cuando hubiese nicotina y cafeína de por medio.